Parque Nacional de las Torres del Paine.
Decidimos hacer una visita relámpago al Parque de las Torres del Paine.
Para ello tomamos un bus a primera hora de la mañana desde El Calafate con destino a Puerto Natales (Chile).
Nada más llegar a Puerto Natales había gente de una agencia de viajes esperando la llegada del bus para ofrecer el último transporte disponible en el día (todavía no es temporada alta) con destino al parque (14.30). Nos dio tiempo justo para sacar dinero en un cajero y para subir al bus cuyo billete de ida y vuelta te da derecho a una vuelta circular completa con las bajadas intermedias que precises.
En la entrada al parque, después de pagar religiosamente la entrada al parque en Laguna Amarga, tomamos un minibus con destino al refugio Las Torres en el que habíamos reservado plaza. Tuvimos suerte de que no estuviera lleno, porque nuestra reserva, confirmada telefónicamente, no la habían procesado adecuadamente. Estos detalles organizativos deberían cuidarlos.
El refugio tiene habitaciones de seis literas, pero parece un hotel. Tiene restaurante para comer el menú, bar, etc. (más o menos 20.000 pesos chilenos por la litera, unos 10.000 por cenar, 2.500 por un excelente pisco sour).
A la mañana siguiente, después de dar cuenta de un buen desayuno, emprendimos el camino hasta la laguna de las Torres (aproximadamente cuatro horas de subida constante, con viento, pero con el cielo despejado y unas vistas maravillosas: montañas, bosques de lengas y otros árboles cuyos nombres no recuerdo, cumbres nevadas y glaciares). Al final la subida mereció la pena y pudimos disfrutar de la vista sobre el lago de las Torres y sobre las Torres. Eso sí, hacía frio y a ratos nevaba. Después de las fotos de rigor emprendimos el regreso, con parada intermedia en un refugio que está a mitad de camino y que parece muy agradable.
De vuelta en el refugio hicimos lo normal: ducha y cena.
Al día siguiente tomamos el microbús hasta la caseta del parque y continuamos con el bus en dirección a un lugar llamado Pudelo, a orillas del lago Pehoe, que permite acceder en muy poco tiempo a un mirador sobre los Cuernos del Paine, pasando por el Salto Grande.
Por la tarde vuelta a Puerto Natales, alojamiento por una noche en un b&b, cena de lujo con centolla, merluza, locos (un tipo de molusco excelente) y buen vino chileno.
A la mañana siguiente vuelta en bus hasta El Calafate.
Fue una excursión demasiado corta, pero bien aprovechada por el buen tiempo que hizo, y sucedía que no disponíamos de más días. Queda pendiente volver en otra ocasión con mucho más tiempo.
Los recorridos normales del parque son accesibles y agradables. La famosa W no debe tener ningún problema; los desniveles son pequeños, las etapas son cortas y existen bastantes refugios y zonas de acampada. Cerrar la W por el norte es algo más delicado y en estas fechas no se podía hacer debido a la nieve y al hielo (de hecho, creo que hay que pedir permiso y ahora sé que no estaba permitido).
Como siempre ahí van algunas fotos.
Las Torres al atardecer desde la zona del refugio:
Camino de la laguna de las Torres:
¡Al fin la laguna y la vista de las Torres!
De vuelta al refugio y cruzando maravillosos bosques de caóticas lengas, ñires y otros árboles:
La Victoria de Samotracia:
El Salto Grande:
Vista de los Cuernos del Paine:
Guanaco cruzando la carretera:
Cisne en la costanera de Puerto Natales:
Aquí, en este restaurante de Puerto Natales, se pueden degustar excepcionales centollas, merluza de categoría, locos muy ricos y muchas más cosas:
Después de pasar el control de aduana chileno, al llegar al puesto argentino se nos recuerda a quién pertenecen las islas Malvinas:
Aquí estoy yo en el colladito de acceso a la laguna (mucho frio y mucho viento):